Con la llegada del verano llega el sol y el calor. Podemos disfrutar de un día de playa o un refrescante baño en la piscina, pero es importante protegernos de una insolación bajo la sombra de una sombrilla o con un sombrero y beber líquidos para evitar una deshidratación. Pero, ¿qué ocurre con nuestros ojos?, ¿debemos protegerlos durante el verano? El Instituto Oftalmológico Hoyos nos informa de los problemas oculares más frecuentes que nos pueden afectar en las piscinas y las medidas preventivas para poder disfrutar del verano sin riesgos para nuestros ojos.
Quizás la afección más generalizada de los bañistas son los ojos rojos después del baño. Suele ser una leve irritación ocular por efecto del cloro de las piscinas y utilizar durante el baño gafas para nadar, disminuye el contacto de los ojos con el cloro y ayuda a prevenir que los ojos se pongan rojos. Por lo general, este enrojecimiento de la conjuntiva ocular suele ser poco importante y desaparece en pocas horas. Si después de un día de playa o piscina tiene los ojos rojos, instílese unas gotas de lágrimas artificiales a poder ser sin conservantes, que diluyen el cloro eliminando su efecto tóxico y humedecen el ojo que se ha resecado por el calor. No es aconsejable el uso de colirios antiinflamatorios y vasoconstrictores, para que nuestros ojos luzcan blancos en pocos minutos, pues además de tener efectos secundarios nocivos para el ojo, pueden enmascarar una lesión ocular más grave. Si el enrojecimiento persiste después de varias horas o aparece alguna molestia ocular, consulte con su oftalmólogo para prevenir una afección más grave.
Las playas y especialmente las piscinas suelen ser causa de verdaderas epidemias de conjuntivitis víricas en verano. Los virus son altamente contagiosos y causan conjuntivitis muy agudas que suelen durar entre 2 y 3 semanas. La conjuntivitis vírica produce una secreción transparente parecida a la propia lágrima, pero que está cargada de virus, pudiendo contagiarse familias enteras si no se toman medidas higiénicas estrictas e incluso varios vecinos de la misma urbanización si el lugar del contagio ha sido la piscina comunitaria. El paciente siente un intenso escozor, presenta ojos muy rojos, intenso lagrimeo, gran hinchazón de los párpados y en ocasiones la virulencia del virus puede complicarse con una queratitis, que llega a durar meses, causando disminución de la agudeza visual. Es importante acudir al oftalmólogo para instaurar el tratamiento más adecuado y no pensar que las conjuntivitis se curan con cualquier colirio que podemos adquirir directamente en la farmacia.
El viento y las largas exposiciones al sol incrementan el riesgo de entrada de cuerpos extraños en los ojos, sequedad e irritabilidad, y la aparición de quemaduras de la superficie ocular. Para prevenir estas posibles lesiones, a menudo graves y molestas es recomendable el uso de gafas de sol de calidad contrastada y de colirios de lágrimas artificiales. Para estar realmente seguros de que unas gafas de sol cumplen los requisitos de la normativa europea vigente, le recomendamos que las adquiera en centros especializados y que sea aconsejado por un profesional del sector. El objetivo de las gafas de sol no es disminuir la intensidad de luz que en verano nos suele molestar, sino filtrar las radiaciones solares dañinas para el ojo, por tanto, no debemos caer en el engaño de que “cuanto más oscuro es el vidrio de una gafa de sol mayor protección obtenemos”. Existen diferentes tipos de gafas de sol y la elección debe realizarse en función de la actividad para la cual la queremos emplear:
El verano suele suponer un problema añadido para los usuarios de gafas graduadas, por la dificultad para bañarse en la playa o en la piscina con ellas y el problema que supone para estos pacientes volver a encontrar su toalla una vez finalizado el baño. Por este motivo muchos pacientes utilizan las lentes de contacto para poder bañarse, algo totalmente desaconsejado por los riesgos que conlleva. Las lentillas se resecan con el calor y el sol, ocasionando frecuentemente queratitis, que si no son atendidas y tratadas por el oftalmólogo pueden complicarse con graves infecciones corneales. Tampoco es adecuado tomar el sol con las lentes de contacto, ya que los ojos se resecan y las lentes pueden perder la humectación pudiendo producir heridas o incluso quedarse adheridas a la córnea. Además, las soluciones de limpieza y mantenimiento de las lentes de contacto no deben exponerse a temperaturas superiores a los 30º C, por lo que no es aconsejable dejar los botes de solución o los estuches con las lentes de contacto en la bolsa de la playa o en el maletero del coche.
Ante una sensación aguda de cuerpo extraño en el ojo evite frotarse, pues podrían provocarse lesiones graves, y lávese abundantemente la superficie ocular para eliminar cualquier cuerpo extraño (arena, insecto, etc.) o producto tóxico (cremas solares) sin lesionar el ojo. Disfrute del verano y proteja sus ojos.